lunes, octubre 17, 2005

Derechos

Nadie tiene derecho
a acribillarte el alma,
a romper tu tranquilidad,
a colmarte de miedo.

Las heridas físicas sanan,
las heridas que causan
los recuerdos y las palabras
no se borran,
quedan atrapadas entre tus huesos,
se vuelven parte de tu cuerpo,
corren por tu sangre.

Es hora de sentarse a parchar heridas
dejarlas reposar,
pensar en otra cosa y aceptar
que ahí están,
que ahí se quedarán.

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