Dentro de todas las personas temerosas
yo soy la más temerosa que conozco.
Le temo a todo, hasta a mis reacciones,
soy una sicópata del miedo,
un conejito asustado tras un arbusto.
Hace unos días me miraron a los ojos
y caí sucumbida al miedo de lo que esos ojos me podían decir
quise una manta para esconderme, y
una caja de pañuelos para llorar mi susto lo más seco posible.
Desde que recuerdo
camino por la vida asustada
sin querer tocar nada
como pisando cáscaras de huevos a punto de quebrarse.
Es verdad, le tengo miedo a tus miradas,
a tí, a tus enojos impredecibles,
a tí, a tus manos a punto de asesinarme
y Ustedes, a sus abusos, a sus golpes.
Como si esto fuera poco: me temo
a mi alma suicida,
a mi vocación autodestructiva,
a mi inseguridad permanente,
a mis palabras hirientes,
a mi mal genio,
a mi tontera
y, por sobre todo, a mis miedos, que me hacen más débil.
viernes, marzo 14, 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)